Naturaleza de la urbanización informal

La titulación de lotes informales, además de constituirse en una práctica regulatoria institucionalizada, que emplea el Estado para asegurar la propiedad del terreno, es también en muchos casos la herramienta política utilizada por los políticos para ser elegidos; en este último caso se invoca la agenda de la vivienda popular. Esta es una acción política conciente que toma en cuenta prácticas culturales y patrones de consumo en la micro-escala que interactúan, con una red difusa compuesta por relaciones de poder operando, tanto en la escala local como en los niveles de decisión superiores formales e informales.

Espacio y sociedad

La presencia fractal de agrupamientos compuestos por lotes individuales, ubicados en terrenos marginales, sobretodo laderas empinadas de los cerros que rodean Lima, constituye el escenario de muchos eventos sociales relacionados, como la ocupación ilegal y el proceso de autoconstrucción. Del Castillo (2015), remarca la naturaleza orográfica del territorio limeño, que está compuesta por 18% arenal, 29% valle y 53% cordillera sugiriendo que “Lima es más andina que costeña”. Una característica particular del tejido urbano, en desarrollo permanente, es la identificación de los ciudadanos con esta segunda naturaleza que habitan y construyen progresivamente.

Escala local

Este ambiente geográfico influye en el estado y actitud de los individuos. Tomando en cuenta que la busqueda de vivienda, y la falta de ingresos, los conduce hacia esta opción, un primer comportamiento de estos pobladores es la visión de largo plazo. Las viviendas informales se construyen a lo largo de decadas y se van adecuando tanto a los flujos de ingreso económico, como a las necesidades de espacio de la familia en crecimiento. De este modo la vivienda llega a alojar mas de dos generaciones. Los materiales y formas resultantes no siguen el estilo universal de la vivienda social, que todavía cuenta con el favor los urbanistas y arquitectos. Estos profesionales entrenados en un esquema racional insisten en una ocupación organizada, que niega la experiencia histórica y las tradiciones locales, sostenidas por la autonomía.