Una visión sistémica del planeamiento (4)
Prefacio. Cuarta parte del comentario al libro de G.F. Chadwick 1. Se presenta una forma de evaluación racional del planeamiento desde el concepto de costo-beneficio.
La viabilidad del plan
Paralelamente al modelamiento debe ir la evaluación; esta es innata a la formulación de los objetivos. Los sistemas deben aislarse para una mejor visualización; esta se consigue distinguiendo tanto el sistema de interés, como el estado de interés. Otro elemento para el análisis son los valores; al respecto, aquellos empleados para enjuiciar el futuro podrían cambiar al igual que la estructura evaluada. Por tanto la pregunta a considerar inicialmente, al elegir un rumbo en el plan, es: ¿Se trata de una alternativa viable o practicable?
En tal sentido hay tipos de viabilidad: la viabilidad-efecto (que tiene que ver con lo deseable-indeseable), y la viabilidad física (que tiene que ver con la realización del plan). De este modo, al evaluar el plan, la actividad del planeamiento debe tomar una forma programática (incorporando la visualizacion adecuada del sistema, sus valores y su viabilidad), si se pretende algun efecto sobre los sistemas del mundo real. Decir que un plan costará un monto determinado, no tiene sentido a menos que se identifique a aquellos que asumen los costes. Asimismo, el conocimiento del costo permitira hacer el balance frente a los beneficios del plan.
Modelo de evaluación de Lichfield
La preocupación por los mas amplios e importantes aspectos de las evaluación, condujo a la idea de la Tabla de Balance del Planeamiento, elaborada por Lichfield (1964)2. Este método propone cubrir los principales grupos de interés identificables. Esto permite cerciorarse de los costos y beneficios desde el punto de vista de dichos grupos, e identificar, si es que no es posible medir, el espectro más amplio posible de costes y beneficios.
Lichfield propone una estructura de factibilidad económica para evaluar los proyectos de renovación urbnana. En este aporte, primero se decribe a la evaluación dentro del proceso de planeamiento, como una prueba para verificar si cumple con ciertos parámetros operativos. Estas pruebas pueden ralizarse tanto al inicio de elaboración de una plan como al final. Algunos criterios de evaluación se presentan a continuación:
- ¿Es racional la práctica de planeamiento considerada?
- ¿El plan se adecúa a las consideraciones del planeamiento contemporáneo?
- ¿El plan incorpora estándares y principios aceptables de planeamiento?
- ¿La solución propuesta en el plan, se acomoda a los problemas presentes y futuros?
- ¿Habrán recursos económicos para alcanzar las condiciones asumidas?
- ¿Las instituciones consideradas tienen la capacidad y están dispuestas a asumir el trabajo?
Al respecto Lichfield sugiere revisar los conceptos de ventaja y desventaja pues los considera muy vagos para ser incorporados en una evaluación. De este modo propone incorporar dos elementos materiales que permitan identificar y medir la performance. Estos conceptos son los costos necesarios para alcanzar el plan (el input); y los beneficios, en términos de valor, que se obtienen de su implementación (el output).
Normalmente aquellos bienes o servicios se consideran “servicios sociales”, osea se enmarcan dentro del llamado bien común. En este caso, estos bienes sociales al ser plausibles de subvención, no requieren que sus recursos (input) sean economizados. Lichfiel considera que esta lógica no debe ser aplicada al planeamiento. En todo caso se reconoce que el mercado también es un asignador (y de este modo planificador) de los usos del suelo. Por tanto, la evaluación requiere que el planeamiento demuestre que provee una mayor diferencia entre los beneficios y los costos, que aquella que puede producir el mercado.
Referencias
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G.F Chadwick. 1970. Una visión sistémica del planeamiento. Editorial Gustavo Gili. España. ↩
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Nathaniel Lichfield. 1964. Cost-Benefit Analysis in Plan Evaluation. The Town Planning Review 35(2): 159-169. Liverpool University Press. URL: http://www.jstor.org/stable/40102430 ↩