La histórica auto-organización del territorio
La auto-organización en el periodo Formativo
Tantalean y Leyva (2011) así como Cancho (2020), en sus respectivos trabajos sobre la construcción y significado de los “templos en U” de la costa central del Perú, citan una importante interpretación planteada por Richard Burger. Los primeros mencionan que “las sociedades que construyeron los edificios con planta en U de Lurín no tengan características estatales o de jefatura, sino que serían más bien comunidades con ausencia de centralización y jerarquía”1. El segundo, “los grandes volúmenes constructivos pueden ser logrados por entidades comunales, sin la presencia de estructuras sociopolíticas centralizadas”, asimismo este autor señala que, “el tamaño de los complejos en U está en función de las renovaciones y episodios constructivos en la historia del monumento, por lo que no serían un indicador de jerarquías sociopolíticas”2.
La ausencia de un control centralizado es una característica de la organización social que se materializa en la construccion, que a su vez generó una plaza abierta “central” dentro de la configuración espacial de los monumentos. Esta plaza fue empleada para la interacción social. Sociedad y espacio unidos a traves de relaciones simbólicas.
Complejo en U de Huando B en el Valle Chancay-Huaral (Fuente: Cancho 2020)
Linea del espacio y el tiempo
Además de la complejidad social y espacial, reflejados en el modo de auto-organización presentes en el periodo Formativo, y previamente durante el Arcaico, es conocido que, en los siguientes periodos históricos andinos, aparecieron sociedades con una organización jerárquica explícita, diferentes a la del Formativo. Estos sucesivos regímenes organizaron tanto la sociedad como su territorio en la lógica del control restrictivo, aunque manteniendo la subyacente interacción socio-espacial, como la dimensión de referencia en la distribución espacial y temporal de sus actividades en el paisaje y territorio bajo su jurisdicción política y religiosa.
Observando aquellos dos modos opuestos de organización social (auto-organización y control central), que aparecen durante la evolución de la cultura Peruana, podriamos plantear la pregunta de Collinge (2005)3: ¿En que grado los patrones espaciales determinan las relaciones sociales o tal vez reflejan pasivamente aquellas relaciones, o quizás su efecto se encuentra intermedio entre esos dos extremos o incluso va mas allá de esas dos categorías? En este sentido, Tantalean y Leyva (2011), también señalan una interpretación intermedia, referida a la ocurrencia eventual y no permanente de dicha auto-organización: “los edificios con planta en forma de U de Lurín serían el producto de prácticas comunales centralizadas en momentos concretos (y no institucionalizados políticamente) como grandes reuniones periódicas relacionadas con una ideología comunal y agraria”.
Es posible que haya habido una continuidad, a modo de trayectoria ondulante, entre el control restrictivo y la auto-organización, incluyendo el mencionado modo intermedio de comando directivo. Este régimen intermedio habría conferido atribuciones a las unidades autonomas dentro de un marco de la jerarquía social, religiosa, económica o política mas permanente, proyeyendo un sentido pragmatico durante las etapas de edificación del monumento en particular, y que se extendía en su simbología y significado a un plazo y escalas mayores de construcción social del espacio territorial andino. La historia del Perú es extensa y se pueden obtener ejemplos de estos rangos de gobernanza territorial, que no necesariamente siguen el modelo racional cartesiano que actualmente abunda en el discurso moderno de la planificación espacial.
La urbanización informal en laderas
La presencia actual de las unidades de vivienda contruidas sobre las laderas de los cerros que rodean el área urbana consolidada de Lima, opera dentro del sistema político y económico que la genera. Pero además, la construcción social de esta forma urbana es producto del trabajo descentralizado y autónomo de miles de individuos en un contexto de organización institucional que define las regulaciones y valores económicos en el espacio regional.
Las flexibilidad de las instituciones encargadas del controlcentralizado del uso del suelo, juanto a la falta de cumplimiento de las normas e instrumentos de planificación, permiten la aparición, crecimiento y consolidación del tejido urbano en las laderas. El espacio urbanizado se re-territorializa, en el sentido de reacomodo desde la norma hacia el pragmatismo adaptado a la estructura política y económica. Finalmente, el emprendimiento auto-organizado informal se materializa, obteniendo su sustancia a través del reconocimiento formal de su espacialidad.
Aquella sustancia socio-espacial así generada a partir del trabajo individual, y plasmada de forma opuesta a la idea modernista racional de interpretación y planeamiento del territorio, se incorpora en el circuito económico de cambio de mercancías y en la institucionalidad del registro público nacional y la gestión municipal local. De esta manera, la auto-organización refleja tanto al sistema político y económico que la genera, así como al patrimonio cultural y al capital social presentes quizás desde el periodo Formativo.
Referencias
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Henry Tantaleán y María Ysela Leyva. 2011. Los «Templos en U» del valle de Huaura, costa norcentral. Una aproximación preliminar a un problema monumental. Bulletin de l’Institut français d’études andines 40(3): 459-493. ↩
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Christian Giovanni Cancho Ruiz. 2020. Repensando la organización espacial de los «Templos en U» del Formativo de la Costa Central del Perú: el caso de Huando B y el modelo espacial-dual. Bulletin de l’Institut français d’études andines 49(3): 349-372. ↩
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Chris Collinge. 2005. The differance between society and space: nested scales and the returns of spatial fetishism. Environment and Planning D: Society and Space 23, p. 189-206. ↩