Si Theodore Roosevelt pudiera observar la actual relación entre Estados Unidos y la Argentina, seguramente asentiría satisfecho. Lo que él concibió como “policía internacional del Hemisferio Occidental” a comienzos del siglo XX, hoy se ejerce sin marines ni acorazados, porque solo basta con la intervención del Tesoro norteamericano y la fe en los mercados.

En 1904 y 1905, en su célebre Corolario a la Doctrina Monroe, Roosevelt1 afirmó que Washington debía actuar cuando “una nación americana muestra una impotencia crónica o una conducta que amenace los derechos de propiedad y el orden”. En su tiempo, la receta fue ocupar aduanas y garantizar el pago de deudas en el Caribe y Centroamérica. En 2025, el método cambió pero el principio se mantiene. Ante la fragilidad del peso y la incertidumbre electoral sobre el resultado de las elecciones de medio término en Argentina, la Casa Blanca decide comprar pesos y sostener al gobierno aliado de Javier Milei. La “intervención civilizadora” ya no necesita cañones, solo swap lines y comunicados del Tesoro.

Roosevelt vería en esta maniobra la culminación de su doctrina:

  • Orden impuesto sin violencia.
  • Deudas garantizadas sin ocupación.
  • Estabilidad hemisférica bajo dirección norteamericana.

Lo que antes se llamaba “paz por la fuerza”, hoy se llama “mantener la confianza de los mercados”. El imperio cambió de instrumento, pero no de propósito; ahora controla del hemisferio a través de la estabilidad monetaria, la disciplina fiscal y la obediencia política.

En esa continuidad histórica, desde los cañones a las hojas de cálculo, se reconoce la sombra larga de Teddy Roosevelt sobre América Latina.