Rafael López Aliaga, alcalde de Lima, representa una forma singular de poder en el escenario político limeño que va mas alla de la validez técnica y la comunicación puramente carismática, hacia la construcción de un poder moral-empresarial, que fusiona eficiencia operativa con una afectividad paternal que es también disciplinaria. No se presenta como un ideólogo, sino como un gerente austero que actúa “por amor” al pueblo y en contra de la “politiquería” corrupta. Esta mezcla de acción rápida, afecto explícito y confrontación directa es lo que le otorga legitimidad ante una ciudadanía cansada de observar diariamente la parálisis burocrática del Estado Peruano.

Las obras emblemáticas y mas publicitadas del alcalde —como la autopista Ramiro Prialé, la Vía Expresa Sur o la expansión del Metropolitano— refuerzan esa imagen de un poder que se encuentra en actividad permanente. Su gestión ejecuta con velocidad, prioriza lo visible, y al mismo tiempo dramatiza el conflicto con sus adversarios políticos, convirtiendo la disputa en parte central de su estrategia de ejercer la autoridad. Este estilo no busca eliminar la política; la reorganiza como un montaje conflictivo, al estilo de Benjamin1, donde antagonismos materiales y simbólicos (caos/orden, mafia/gestión, pueblo/élite) son puestos en escena para reforzar su posición.

López Aliaga canaliza esa tensión dialéctica permanente, tal como la entiende Chantal Mouffe2 y, tal vez involuntariamente, abre el juego democrático, con la característica de imponer las coordenadas de un orden moral basado en la eficiencia y el sacrificio. La práctica política de Lopez Aliaga demuestra que el espacio político Peruano sigue siendo un campo de batalla en evolución, no por teoría, sino por realidad histórica, y él lo ocupa su lugar en esa genealogía como un operador que moviliza emociones y promesas de redención urbana.

El poder del alcalde no descansa en el consenso ni en el procedimiento de la democracia de consensos, ajena al ejercicio cotidiano de la política Peruana, sino en su capacidad de producir efectos inmediatos y gobernar afectos colectivos.

Referencias

  1. Buck-Morss, S. (1989). The dialectics of seeing: Walter Benjamin and the Arcades Project. MIT Press. 

  2. Mouffe, C. (2000). The democratic paradox. Verso.