Schmitt y el caso Chancay-Haifa

En la nueva configuración geopolítica, los puertos no son solo nodos comerciales, sino plataformas de poder, vigilancia e inteligencia, tanto física como cibernética. Esta realidad se refleja en el caso del puerto de Haifa en Israel, administrado por Shanghai International Port Group (SIPG), y en el puerto de Chancay en el Perú, bajo el control de COSCO Shipping Ports junto a la minera peruana Volcan.

En Haifa, la presencia china ha generado preocupación por el riesgo de inteligencia y espionaje, dada la cercanía del puerto con la base naval israelí y la presencia de la Sexta Flota de EE.UU en el mediterraneo. La Jerusalem Post y el Times of Israel reportaron cómo el control operativo de SIPG podría facilitar el seguimiento de movimientos militares y la interceptación de comunicaciones estratégicas, convirtiendo al puerto en un posible foco de ciberinteligencia y vigilancia física.

En este marco, destaca el análisis de Adam Meyers, funcionario de CrowdStrike, empresa líder en inteligencia de amenazas cibernéticas. Meyers subraya que las capacidades chinas no solo se limitan al espionaje físico o industrial, sino que combinan la recopilación de información vía sensores, personas y ciberinfraestructura, permitiendo la creación de un perfil detallado de actividades navales, comerciales y políticas en el entorno inmediato del puerto (citado en Jerusalem Post, 2022).

Este mismo riesgo se proyecta en Chancay, donde la infraestructura tecnológica, combinada con sensores, cámaras, y la presencia de operarios chinos en una operación dominada por COSCO, podría facilitar la recolección sistemática de inteligencia, especialmente considerando la proximidad de Chancay a Callao, principal puerto comercial del Perú y base de la Marina de Guerra del Perú. Esta cercanía permite inferir un potencial de seguimiento de la circulación naviera, el tráfico logístico y hasta los movimientos militares de la marina y de socios estratégicos como EE.UU. o Corea del Sur.

Carl Schmitt advertía que el control del espacio es poder político. En El Nomos de la Tierra (1950), Schmitt describe cómo la organización del espacio económico y estratégico define un Großraum o gran espacio de influencia, que al ser controlado por una potencia extranjera, limita la soberanía real de los estados.

Por ello, la situación de Chancay no es solo económica. Sin una estrategia peruana clara para proteger la soberanía de la información, ciberseguridad y datos logísticos, el país se expone a un poder blando de vigilancia e influencia política, donde el puerto se convierte en un nodo geoestratégico no solo para el comercio, sino para el seguimiento cibernético, la inteligencia de señales y el espionaje comercial o militar.


Referencias