Otra interpretación de la informalidad laboral
En el Perú, la economía informal ha dejado de ser una excepción para convertirse en el tejido cotidiano de millones de personas. No se trata simplemente de un sector sin regulación, sino de una forma de vida que escapa al marco del trabajo asalariado tradicional. Para entenderla en su complejidad, resulta útil mirar hacia otros contextos históricos que vivieron procesos similares de transformación cultural en torno al trabajo. Un caso particularmente revelador es el de la Italia de los años setenta, analizado por Massimiliano Livi 1, donde surgieron lo que se denominó la “segunda sociedad”: una masa creciente de jóvenes desempleados, estudiantes, trabajadores precarios y excluidos del sistema productivo formal que rechazaban la fábrica como centro de la vida y del poder disciplinario. Estos jóvenes no solo resistían el trabajo industrial; proponían otra forma de vivir, organizada en torno al tiempo propio, las redes de sociabilidad urbana, la creación cultural y la búsqueda de autonomía.
En el Perú, los trabajadores informales también actúan fuera del marco laboral clásico. Muchos de ellos no desean integrarse a una fábrica ni se sienten representados por los sindicatos, en todo caso crean asociaciones, como en el caso de los transportistas. Al igual que los jóvenes italianos que hablaban de “liberar la vida del trabajo”, los peruanos en los márgenes construyen una relación ambivalente con el empleo: no lo rechazan en abstracto, pero lo subordinan a su necesidad de flexibilidad, de conciliación con la vida familiar, de control sobre su tiempo y espacio. Transportan en sus mototaxis, venden en la calle, hacen deliveries, arreglan artefactos, cultivan chacras, migran por temporadas. Sus prácticas no son necesariamente políticas en el sentido tradicional, pero contienen una forma de resistencia cultural: no vivir según las reglas impuestas por una economía que promete inclusión pero solo ofrece precariedad.
Esta economía informal, lejos de ser un rezago del atraso, se parece más a una vanguardia de adaptación y reconfiguración del trabajo en el siglo XXI. Como en la Italia del post-fordismo, donde el empleo estable colapsó y la juventud respondió con creatividad, también en el Perú actual se está produciendo un cambio profundo: una desidentificación con la noción de trabajo como destino y redención. Los informales peruanos no solo buscan sobrevivir; están redefiniendo, desde abajo y con sus propios códigos, qué significa vivir y trabajar en una sociedad que nunca los integró plenamente. Aunque ellos tambien llenan loc nuevos centros comerciales construidos en la periferia de Lima. No es una utopía ni una revolución, pero tampoco es mera exclusión: es una manera distinta de habitar el presente.
Referencia
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Livi, M. (2023). “I certainly wouldn’t call it work anymore”. The Reconfiguration of Work in Italy during the 1970s from a Historical Semantics Perspective. Österreichische Zeitschrift für Geschichtswissenschaften, 34(2), 175–198. https://doi.org/10.25365/oezg-2023-34-2-9 ↩